martes, 24 de octubre de 2006

Curiosidades del futuro lejano, segunda entrega.

(Por Esteban Gorrer)

Año 2274. * Hace cincuenta años los hombres y los proto han diseñado un dispositivo para reciclar los desechos llamado "Gastrócolo", que se coloca al final de los intestinos. El orín y las heces se convierten nuevamente en alimento. Cuando los desechos llegan hasta el colon, el dispositivo los intercepta y los devuelve al cuerpo en forma de algún tipo de nutriente. Si cada uno de los integrantes de una pareja se coloca un gastrócolo, sus hijos nacerán con ese dispositivo. Con el paso de las generaciones, y por causa del desuso, el ano se convierte en un órgano especializado en el placer, mucho más que los órganos sexuales. De todas maneras, en esta época las posibilidades de placer son infinitamente variadas y no tienen relación directa con los órganos del cuerpo: en casi todos los casos se trata de prótesis artificiales.

El gastrócolo será el primer dispositivo artificial que, por causa de su transmisión genética, generará una relación simbiótica con el hombre. Será una simbiosis entre carne y circuitos de silicio. Pero ocurrirá un suceso inesperado: el gastrócolo iniciará su propio proceso evolutivo, en conjunción con algunas células del colon. En otras palabras, el gastrócolo se volverá independiente y tomará al colon (órgano que no tiene uso desde que no es necesario defecar) como parte de su sistema. Para el año 2316 el gastrócolo tiene añadidas una multitud de células, mutadas por la radiación del silicio. Este dispositivo (a esta altura es un órgano más) sigue cumpliendo su función simbiótica, pero comienza a demandar una mayor cantidad de recursos.
El gastrócolo funcionaba sobre la base de los desechos. Pero, a medida que evoluciona, necesita de desechos cada vez más especializados. Por eso, las personas, cuando tienen hambre no sólo comen alimentos orgánicos; también necesitan pequeños trozos de metal y porciones de arsénico, litio y vidrio. De ese modo alimentan al gastrócolo y a sus células mutadas. Los médicos evalúan que el órgano, en cuestión de unas pocas décadas, ejercerá su propia voluntad y quizás asuma el control del cuerpo. Después de todo, dicen, nosotros somos producto de una evolución en la cual el cerebro asumió el mando. Debemos suponer que hubo una guerra evolutiva entre órganos y que, quizás, el corazón disputó el control pero lo perdió ante el masivo poder de las neuronas. Ahora, en el año 2320, la guerra se entabla con un órgano de metal.

Pero, contra todas las previsiones, el gastrócolo evolucionado no tendrá ningún interés en controlar el cuerpo humano. Para el año 2345, los gastrócolos crecen entre los intestinos humanos pero, a la edad de veinticinco o treinta años, se autoexpulsan a través del ano. La persona que expulsa un gastrócolo defeca por primera vez en su vida, y lo que defeca es un órgano: da a luz un órgano independiente. Una vez expulsado, el gastrócolo adulto comienza su propio camino evolutivo.

¿Qué es un gastrócolo adulto? Es el pequeño circuito de silicio más una multitud de células del colon mutadas. Cuando cae al piso, el gastrócolo es indefenso y no puede moverse. Es una masa amorfa, negruzca y gelatinosa. La persona de la cual se desprendió se siente atada afectivamente a su órgano. De modo que lo cuida y protege hasta que llega el momento adecuado.

El momento adecuado puede ser cualquiera. El gastrócolo liberado buscará nuevo material genético; las células mutadas de colon sólo sirven de base para fundirse con otras células. Es probable que por un descuido en algún momento una cucaracha, una mosca o un perro se acerquen a él. Entonces el gastrócolo se unirá a la información genética del animal que se le acerque y les transmitirá una copia de sí mismo. Por eso para el año 2390 la mayoría de las especies vivientes llevarán una copia genética de gastrócolo y, consecuentemente, una copia del material genético humano (eso por las células del colon que están añadidas en el gastrócolo). Estos animales mutantes serán más resistentes a las radiaciones solares; serán sensiblemente más inteligentes y su comida consistirá casi exclusivamente en metales herrumbrados. El gastrócolo se incorporará al material genético de casi todas las especies vivientes, incluso de los proto. Para el año 2405, los gastrócolos ya no saldrán de los cuerpos humanos. Simplemente, a la edad de veinticinco o treinta, los hombres defecarán un huevo. Un huevo de silicio. Nada tiene que ver con los huevos de animal: un huevo de silicio es un rectángulo negro metálico, frío, duro, irrompible. El huevo puede ser fecundado por casi cualquier cosa: una espora, un poco de polvo, una brisa, una tenue luz, humedad, la presencia cercana de algún árbol, de una estatua o de una mesa. El tipo de estímulo que fecunde al huevo dará como resultado un ser diferente: por eso los huevos se diseminan y dan a luz a especies nuevas y desconocidas, casi a cada segundo. Cada persona se convierte entonces en el padre de una nueva especie. Los seres humanos (muchos de ellos) dejan de reproducirse de manera ortodoxa (en realidad la reproducción hace tiempo ha dejado de hacerse por medios sexuales) y sólo se reproducen mediante este huevo que deja el gastrócolo.

No hemos hablado de una evolución paralela. Las Mecano (parientes lejanos de las computadoras), por su parte, trabajan en su propio proceso evolutivo, que es mucho más definido y más rápido que el de los humanos. Las Mecano se aprovecharán de estos Huevos para integrarlos en sus combinaciones evolutivas. Por eso, las Mecano harán el cálculo de luz, calor y ambientación necesarios para fertilizar al huevo y que de él salga otro Mecano, un Mecano más fuerte y más avanzado que los conocidos. De allí nacerá el Mejatératon, la perfecta mujer de silicio que con sus encantos enamorará a todos, hombres, mujeres y animales.

Mientras tanto, el gastrócolo continuará viviendo en el cuerpo humano y cada tanto desalojará un pequeño huevo. Lo que no saben los humanos, ni los proto, ni el mismo gastrócolo, ni han tenido interés en revelar los Mecano, es que la radiación generada por las células mutadas del colon más el silicio del gastrócolo, provocará, para el año 2500, que algunos órganos del cuerpo humano se subleven y quieran volverse independientes. Para el 2510, veremos a algunas personas vomitar sus propios corazones, sus pulmones o su cerebro, como si fueran niños que se van de la casa. Por supuesto que, para el momento en que se desprenden de ellos, esos órganos ya no se parecen en nada a los que conocemos: muchos de ellos ya tienen patas y hasta primitivos rostros de persona o de cangrejo.

7 comentarios:

Juan Ignacio dijo...
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Jorge Mux dijo...

Supongo que cualquier relato que hable sobre el futuro dando ciertas precisiones en lo que hace a maquinarias y mecanismos, se parecerá a lo que digan Kurzweil, Stapledon y otros autores como Robert Heinlein, Orson Scott Card y Clifford Simak (entre muchos otros) . La otra opción es la ficción especulativa sociológica. En ese caso, el relato se parecerá más a El Planeta de los Simios, o a algunas de las novelas de Asimov.

¿En Kurzweil está esa idea de la guerra de órganos? Evidentemente Gorrer plagia mucho más de lo que cree.

Juan Ignacio dijo...

Nono, en Kurzweil está la evolución tecnológica y la fusión con la biología, al punto que la evolución de la primera supera y guía la de la segunda.
La idea de la guerra de órganos te la he escuchado y no sé de dónde la sacaste. Ya te comenté porque no me simpatizaba.
Todavía no me diste el mail de Gorrer.

Jorge Mux dijo...

No conozco el mail de Gorrer. Pero es posible que te lo encuentres por la calle.

Entonces, si no lo leíste en Kurzweil, no es improbable que Gorrer mismo la haya inventado. ¿Por qué todo tiene que estar en algún libro? ¿Por qué todo debe ser "sacado de" o "comparado con"? Me has comentado que no te simpatizaba, pero no recuerdo por qué. ¿Tiene que ver con algún fundamento biológico? Olvídalo, entonces: Gorrer no sabe absolutamente nada de biología; él dice lo que interpreta sobre lo que (dice que) ve.

Juan Ignacio dijo...

Estoy sentado aca con mi amigo, el que te conté el otro día: Carlos Ramón. Dice algo de la base empírica, pero ni idea de que habla. Bueh que se yo chabaun.

Bandana dijo...
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Anónimo dijo...

Bandana! Dejate de joder y anda para la catrera. Esperame abierta guacha que te entro como cuchillo caliente en manteca.
Vos Jorge, segui asi con el Blog, todo piola, y deja de joder con la configuración.