martes, 31 de octubre de 2006

El club del Mal Matarse y No Morir


Parece que muchas personas se enteraron de que yo había sido el invitado de lujo en una cena muy especial, durante el mes de enero. Después de esa fabulosa y extravagante reunión de juegos y manjares, me llegaron por mail diez invitaciones a eventos similares, tan intrigantes como la primera. Enumero nueve de esas diez (eximo de comentarios a algunas de ellas):
- la sociedad de la vergüenza (shame society) [el membrete de la invitación tenía el dibujo de un rostro con los cachetes rojos y la boca tapada]
- club contáselo al Turco [aparentemente, una noche para contarle secretos a un desconocido.]
- la mañanita del golpe en la cabeza. [prometían desayuno con medialunas y Migral]
- Sociedad momentánea “somos extraterrestres por un rato”
- “Nos reunimos para gritar” [después de una sesión de gritos desgarrados y jadeos, ofrecían vino, empanadas y asado. Otra opción: “nos reunimos para dar golpes de puño en la pared”]
- Clan “cumplimos tu fantasía filial” [ejemplo: todos los presentes fingen que son tus hijos, o tus padres]
- Sociedad de la Malteada “hagamos travesuras de niños” [prometían malteadas]
- Cena semanal de la Agrupación Travesti Homofóbica.
- Agrupación Unamos Nuestros Bigotes: “déjese crecer el mostacho y recorremos el mundo con los bigotes unidos”

No contesté a estas nueve invitaciones. Hubo una que me intrigó realmente (y que no tenía ese sospechoso tonito de broma del resto): el club del suicidio asistido.
La invitación me llegó en sobre negro (no fue un mail de dudosa autoría), papel perfumado y letras de oro.

Discreción absoluta. –decía el cuerpo de la invitación- Proponga y realice el más ingenioso suicidio. Premios que le cambiarán la vida o aliviarán su agonía.

Dejaban la dirección de un mail. A él recurrí para consultar más detalles. Un tal Miguel Arándano me explicó cómo procedían:

Usted se anota en nuestros registros. Cuando esté preparado, nos llama y nosotros vamos a ver su suicidio, el cual será ejecutado sin demoras ante nuestro jurado. Si duda o “hace tiempo” pierde puntos (el miedo es un mal indicio). Un segundo antes de que muera, o de que se haga un daño irreversible, nosotros detenemos el proceso y evaluamos su puntaje. La idea es no morirse. Matarse, pero no morirse. Si se muere, pierde. Si se suicida en soledad y nosotros no podemos detenerlo, pierde. Si su suicidio es tan perfecto que no puede ser detenido, también pierde. Estos factores deben ser tenidos en cuenta.

Evite suicidios clásicos o, de implementarlos, hágalo de una manera única. Para que se haga una idea, le mostramos algunos de nuestros más famosos suicidios (por cuestiones obvias, no le doy el nombre de los ganadores):
- Cortarse las venas con un chocolatín blanco.
- Comerse los mocos hasta morir de asco.
- Cambiar de lugar órganos vitales mediante una autocirugía con tenedores y cuchillos de cocina.
- Ahorcarse con una cuerda hecha de víboras venenosas.
- Morir por hablar mucho.
Nosotros creemos en el suicidio racional. Usted no necesita ser depresivo ni tener tendencia a atentar contra su vida. Como el jugador de ruleta rusa, el escalador o el boxeador, la competencia de suicidio puede convertirse en un deporte adictivo y estimulante.
(Advertencia: no es válido el intento si se realiza frente a conocidos. Es imprescindible la asistencia del jurado que dictamine la originalidad del método y la ausencia de trampas. Aunque el jurado detiene al suicida un instante antes de que sobrevenga la muerte, el método debe estar tan bien hecho que, de no contar con la intervención del jurado, la muerte se hubiera producido sin demora.)

Como los límites de la vida me atraen sobremanera, estuve durante varios días planeando mi suicidio. Los ejemplos que ellos me daban eran tontos y casi jocosos. Supuse que con poco podía superarlos. Como siempre, mi amigo Esteban Flamini me previno sobre esta sociedad y me recordó el suicidio de Javier, nuestro amigo en común. “En una de esas, nunca hay ganadores” dijo. “Por ahí, están todos a tu alrededor viendo cómo te morís; cómo lográs el suicidio perfecto y ellos en su excitación morbosa no detienen tu muerte. Y ahí te quedás, suicidándote para nada”.
Después de esta sospecha, no me quedé a esperar al jurado y hace un par de días ejecuté mi suicidio, el cual (como podría esperarse) fracasó.

Ayer me llegó otro sobre negro.

Detalle: suicidio del sr. Jorge Mux
Fecha: 29 de octubre de 2006, 23:25 hs.

Nota del jurado: cuando se está suicidando, su ánimo debe ir parejo con la circunstancia. Usted parecía estar yendo de compras. La próxima vez, para empezar, ponga más convicción. Sonríe demasiado. Cantar está de más. No se debe interrumpir el suicidio par atender el teléfono. No se debe contestar el teléfono diciendo a la ligera que uno se está suicidando, entre comentarios jocosos.
Detalles técnicos: No se entendía para qué estaban ciertos elementos en la escena del suicidio. Confusión en la elección de los instrumentos. La harina no sirve para acuchillarse. Es imposible ahorcarse con vino blanco.

Advertencia: la eventual muerte por una consecuencia inesperada (asfixia por tragar involuntariamente harina; coma alcohólico por caer de cabeza en un balde de vino) no aumenta la calificación. Los accidentes no forman parte del plan.

Calificación: 1 (uno)

martes, 24 de octubre de 2006

Curiosidades del futuro lejano, segunda entrega.

(Por Esteban Gorrer)

Año 2274. * Hace cincuenta años los hombres y los proto han diseñado un dispositivo para reciclar los desechos llamado "Gastrócolo", que se coloca al final de los intestinos. El orín y las heces se convierten nuevamente en alimento. Cuando los desechos llegan hasta el colon, el dispositivo los intercepta y los devuelve al cuerpo en forma de algún tipo de nutriente. Si cada uno de los integrantes de una pareja se coloca un gastrócolo, sus hijos nacerán con ese dispositivo. Con el paso de las generaciones, y por causa del desuso, el ano se convierte en un órgano especializado en el placer, mucho más que los órganos sexuales. De todas maneras, en esta época las posibilidades de placer son infinitamente variadas y no tienen relación directa con los órganos del cuerpo: en casi todos los casos se trata de prótesis artificiales.

El gastrócolo será el primer dispositivo artificial que, por causa de su transmisión genética, generará una relación simbiótica con el hombre. Será una simbiosis entre carne y circuitos de silicio. Pero ocurrirá un suceso inesperado: el gastrócolo iniciará su propio proceso evolutivo, en conjunción con algunas células del colon. En otras palabras, el gastrócolo se volverá independiente y tomará al colon (órgano que no tiene uso desde que no es necesario defecar) como parte de su sistema. Para el año 2316 el gastrócolo tiene añadidas una multitud de células, mutadas por la radiación del silicio. Este dispositivo (a esta altura es un órgano más) sigue cumpliendo su función simbiótica, pero comienza a demandar una mayor cantidad de recursos.
El gastrócolo funcionaba sobre la base de los desechos. Pero, a medida que evoluciona, necesita de desechos cada vez más especializados. Por eso, las personas, cuando tienen hambre no sólo comen alimentos orgánicos; también necesitan pequeños trozos de metal y porciones de arsénico, litio y vidrio. De ese modo alimentan al gastrócolo y a sus células mutadas. Los médicos evalúan que el órgano, en cuestión de unas pocas décadas, ejercerá su propia voluntad y quizás asuma el control del cuerpo. Después de todo, dicen, nosotros somos producto de una evolución en la cual el cerebro asumió el mando. Debemos suponer que hubo una guerra evolutiva entre órganos y que, quizás, el corazón disputó el control pero lo perdió ante el masivo poder de las neuronas. Ahora, en el año 2320, la guerra se entabla con un órgano de metal.

Pero, contra todas las previsiones, el gastrócolo evolucionado no tendrá ningún interés en controlar el cuerpo humano. Para el año 2345, los gastrócolos crecen entre los intestinos humanos pero, a la edad de veinticinco o treinta años, se autoexpulsan a través del ano. La persona que expulsa un gastrócolo defeca por primera vez en su vida, y lo que defeca es un órgano: da a luz un órgano independiente. Una vez expulsado, el gastrócolo adulto comienza su propio camino evolutivo.

¿Qué es un gastrócolo adulto? Es el pequeño circuito de silicio más una multitud de células del colon mutadas. Cuando cae al piso, el gastrócolo es indefenso y no puede moverse. Es una masa amorfa, negruzca y gelatinosa. La persona de la cual se desprendió se siente atada afectivamente a su órgano. De modo que lo cuida y protege hasta que llega el momento adecuado.

El momento adecuado puede ser cualquiera. El gastrócolo liberado buscará nuevo material genético; las células mutadas de colon sólo sirven de base para fundirse con otras células. Es probable que por un descuido en algún momento una cucaracha, una mosca o un perro se acerquen a él. Entonces el gastrócolo se unirá a la información genética del animal que se le acerque y les transmitirá una copia de sí mismo. Por eso para el año 2390 la mayoría de las especies vivientes llevarán una copia genética de gastrócolo y, consecuentemente, una copia del material genético humano (eso por las células del colon que están añadidas en el gastrócolo). Estos animales mutantes serán más resistentes a las radiaciones solares; serán sensiblemente más inteligentes y su comida consistirá casi exclusivamente en metales herrumbrados. El gastrócolo se incorporará al material genético de casi todas las especies vivientes, incluso de los proto. Para el año 2405, los gastrócolos ya no saldrán de los cuerpos humanos. Simplemente, a la edad de veinticinco o treinta, los hombres defecarán un huevo. Un huevo de silicio. Nada tiene que ver con los huevos de animal: un huevo de silicio es un rectángulo negro metálico, frío, duro, irrompible. El huevo puede ser fecundado por casi cualquier cosa: una espora, un poco de polvo, una brisa, una tenue luz, humedad, la presencia cercana de algún árbol, de una estatua o de una mesa. El tipo de estímulo que fecunde al huevo dará como resultado un ser diferente: por eso los huevos se diseminan y dan a luz a especies nuevas y desconocidas, casi a cada segundo. Cada persona se convierte entonces en el padre de una nueva especie. Los seres humanos (muchos de ellos) dejan de reproducirse de manera ortodoxa (en realidad la reproducción hace tiempo ha dejado de hacerse por medios sexuales) y sólo se reproducen mediante este huevo que deja el gastrócolo.

No hemos hablado de una evolución paralela. Las Mecano (parientes lejanos de las computadoras), por su parte, trabajan en su propio proceso evolutivo, que es mucho más definido y más rápido que el de los humanos. Las Mecano se aprovecharán de estos Huevos para integrarlos en sus combinaciones evolutivas. Por eso, las Mecano harán el cálculo de luz, calor y ambientación necesarios para fertilizar al huevo y que de él salga otro Mecano, un Mecano más fuerte y más avanzado que los conocidos. De allí nacerá el Mejatératon, la perfecta mujer de silicio que con sus encantos enamorará a todos, hombres, mujeres y animales.

Mientras tanto, el gastrócolo continuará viviendo en el cuerpo humano y cada tanto desalojará un pequeño huevo. Lo que no saben los humanos, ni los proto, ni el mismo gastrócolo, ni han tenido interés en revelar los Mecano, es que la radiación generada por las células mutadas del colon más el silicio del gastrócolo, provocará, para el año 2500, que algunos órganos del cuerpo humano se subleven y quieran volverse independientes. Para el 2510, veremos a algunas personas vomitar sus propios corazones, sus pulmones o su cerebro, como si fueran niños que se van de la casa. Por supuesto que, para el momento en que se desprenden de ellos, esos órganos ya no se parecen en nada a los que conocemos: muchos de ellos ya tienen patas y hasta primitivos rostros de persona o de cangrejo.

miércoles, 18 de octubre de 2006

Curiosidades del futuro lejano, primera entrega


Uno de los avatares de Esteban Gorrer me contó la siguiente noticia del futuro:

Durante los años 110.000 y 150.000 la Tierra estará cubierta por dunas que se asemejan a tubos de aspiradora. Cada tanto hay lagunas viscosas; hechas de un material que parece moverse y cambiar de color. Tanto las dunas como las lagunas viscosas son partes de un único ser: Geópolis.

Si yo le digo a usted que este ser es una computadora, no estaría entendiendo. Si le digo que es un ser vivo, tampoco. Incluso, cuando le digo “único ser” usted estará pensando en un individuo como yo, como un perro o como un árbol. Hoy, año 2006, usted conoce un solo tipo de vida: la que surge a partir de una evolución natural. También conoce un solo tipo de inteligencia artificial: lo que usted llama “computadora”. Imagine que dentro de cien mil años ninguno de esos conceptos tendrá sentido.

Lo que existirá en la Tierra, para un viajero como yo, es una sucesión de mesetas y lagunas viscosas. Las mesetas y las lagunas piensan y sienten, y saben que yo estoy allí pensando y sintiendo. Pero quizás “pensar” y “sentir” sean conceptos demasiado pequeños. Este ser formado por mesetas y lagunas es capaz de operaciones que están más allá del nivel de cualquier entendimiento humano.

Geópolis es fruto de una sucesión de mutaciones. Si le sirve pensarlo de esa manera, piénselo así:

Nosotros, los seres humanos, somos un escalón en la evolución. Un escalón que nos parece importante, definitivo, completo. No es cierto; estamos condenados a mutar, a cambiar de carne, a desaparecer una y mil veces y reaparecer bajo cientos de formas diferentes. En el año diez mil los hombres (algunos hombres) seremos una especie de cascarudos que se comunican por medio de chasquidos. En el año veinte mil, seremos unos extraños árboles de carne a los que, si se los tala, les sale un líquido parecido al del aceite de automóviles. Dentro de esos árboles habrá neuronas y circuitos de silicio. En el año treinta mil, usted se encontrará con aguas danzantes; aguas que flotan a ras del suelo y se elevan varios metros. Esa agua es un plasma metálico que contiene infinitas reacciones químicas y biológicas. No sólo evolucionaremos por medios biológicos; también estará la inteligencia artificial realizando su propio camino evolutivo, fundiéndose en algunos casos con la evolución del hombre y de otras especies. Pero la inteligencia artificial también generará sus propios mecanismos biológicos. Piense usted que dentro de cien mil años, toda especie será natural: las “máquinas” evolucionarán sin que intervenga la inteligencia humana. Y los hombres seguirán transformándose en una diversidad enorme y acelerada. Esos hombres estarán fundidos con otras especies de hombres y con los millones de especies de seres surgidos de la primigenia Inteligencia Artificial.

Geópolis es el resultado, no definitivo ni perfecto, de estas amalgamas.

Geópolis es una combinación de todas las combinaciones posibles de ADN biológico. También es una combinación impensable de infinitos circuitos reverberantes: es todos los seres posibles amalgamados en uno, extendido por toda la superficie de la Tierra. En Geópolis está usted y estoy yo, y estamos todos los que viven en el año 2006. Imagine que, si allí están todas las combinaciones de vida posibles, entonces está usted viviendo exactamente lo que vive en este momento: Geópolis no sólo es una copia de usted; es usted viviendo la vida de usted, más la conciencia de que es parte de Geópolis.

Lo curioso es que Geópolis reúne no sólo la vida posible en la Tierra: es la reunión de todas las combinaciones cuánticas posibles en las que puede desarrollarse la vida en el universo. De modo que cualquier ser distante en el universo ya está presente en Geópolis.

La intención de Geópolis es comunicarse con otras Geópolis distantes, de planetas lejanos. Así como una Geópolis reúne toda vida biológica, una comunión de Geópolis reúne todas las posibilidades de todas las cosas dentro y fuera del universo. La combinación de todas las Geópolis posibles dan vida a un ser atrabiótico.

¿Esto le parece confuso? Espere a que le cuente lo que viene.
Un ser atrabiótico es un ser de “vida negra”.
Un ser que crece de manera desmedida, sin tino ni objetivos. Un ser que está destinado a llenar el universo por multiplicación de su materia oscura y olorosa, y por la multiplicación de sus múltiples multiplicaciones. Un atrabiótico no piensa ni evoluciona: su única evolución es la expansión. Es el estancamiento y el objetivo de toda vida.
Un ser atrabiótico es un tumor infinito, un cáncer esparcido por todo el universo que crece y crece hasta llenarlo.

No habrá big crunch; el universo no desaparecerá. Todo se convertirá
en cáncer. Mire, para que vea que no le miento: este bulto que tengo aquí bajo el brazo es parte del cáncer final . Aunque yo me muera de este cáncer, sé que mi muerte no es la muerte; no es definitiva: es la fusión con la más grande de todas las Geópolis, la que se comunica a través de los siglos y de las especies esparciéndoles tumores.