El 1 de enero de 2007, para inaugurar un año feliz , mi gato Tiziano (un castrado blanco), desapareció porque sí y sin dejar huellas.
Vivo en un departamento interno, en el fondo de un pasillo. Tengo un pequeño patio, un par de árboles y bastantes plantas. Tiziano subía a los árboles, trepaba al techo, atacaba langostas, cucarachas y caracoles, corría por el pasillo y dormía en cualquiera de las habitaciones de la casa. Su lugar preferido era un cartón mugriento debajo del damasco. A las 21:30 del 1 de enero, Tiziano estaba maullando como un desesperado porque quería cenar. Cenó. A las 22 me fui a lo de unos tíos para una típica comida de año nuevo. A la 1 de la mañana, cuando regresé, mi gato ya no estaba.
Su desaparición es físicamente imposible. Voy a los hechos, que suelen ser más claros que las hipótesis. El pasillo que conduce a mi casa tiene una puerta que siempre está cerrada con llave. Esa noche, según testimonios de vecinos, no se volvió a abrir hasta que yo llegué a la madrugada. Tiziano, además, si bien sabía treparse al techo de mi casa, no podía irse a los tejados vecinos por culpa de los altos paredones y por una curiosa afección que los veterinarios llaman “vértigo felino”.
Esa madrugada no pude dormir. En una frenética caminata lunar, lo busqué por techos ajenos, haciendo malabarismos por los paredones ásperos, andando con sigilo por las cornisas para no despertar a perros o alterar a insomnes con escopeta. Caminé esquivando las chapas ruidosas, vislumbré dos o tres baldíos para mí desconocidos. Sobre los techos, descubrí que alguien, en el mediterráneo de la manzana, ha plantado un bosque de palmeras gigantes que no se ven desde ningún lugar. Descubrí también que alguien comenzó a hacer un ajedrez gigante en su patio pero solo talló dos piezas, un caballo malformado y el bosquejo de una torre apenas silueteado sobre un tronco. La luna y mi desazón le daban consistencia macabra a esa mutilada partida nocturna. Mi gato no estaba.
Salí a la calle. Cabía la posibilidad de que alguien hubiera abierto la puerta del pasillo y él se hubiera escapado. Anduve cuatro cuadras hacia la derecha, luego regresé; hice lo mismo hacia la izquierda. Luego fui a la esquina, di una vuelta a la manzana, volví a la esquina haciendo la trayectoria inversa, llegué a otra esquina de mi misma manzana, caminé cuatro cuadras en otra dirección y, finalmente, fui a la otra esquina, para hacer cuatro cuadras hacia la dirección que me quedaba. Nada. Cada tanto me encontraba con una bolsa blanca, que vista de lejos parecía Tiziano, y muchas veces me hice ilusiones persiguiendo espejismos de nylon. La calle estaba desierta y doblemente quieta, con esa mansedumbre desesperante de un feriado de vacaciones.
Traté de dormir. Después de llorar un buen rato, me dormí durante un par de horas. Cualquiera podría decir que mi llanto era bastante prematuro. Sin embargo quien conoce a su mascota sabe cuándo ha ocurrido algo fuera de lo común y cuándo ha sido una simple “salida de gato”. Afortunadamente las lágrimas son un buen somnífero. En esas dos horas soñé que mi amigo Esteban Gorrer había vuelto de un viaje en el tiempo y me traía a Tiziano desde el pasado. La tranquilidad que me dio esa ensoñación me permitió un despertar alegre, pero una vez que sacudí las hilachas del sueño de la almohada, tuve una desesperante tristeza.
Una vez más, a las ocho de la mañana, salí a hacer el recorrido. Lo varié ligeramente, pero siguieron siendo cuatro cuadras hacia los distintos puntos cardinales. Volví a casa; hice folletos de “se busca”, saqué doscientas copias y los repartí. Seguí la misma trayectoria que había hecho las otras veces. Mi hipótesis era: si se había escapado por las calles asustado, habría corrido en línea recta hacia cualquier lugar, no más de cuatro cuadras. Si no había huido, estaba en mi misma manzana. También podría haber corrido haciendo zigzag, doblando en cada esquina, pero no sé por qué me parecía improbable. Todavía me lo sigue pareciendo.
Repartí los folletos. Volví a casa con la sensación de que había hecho todo lo posible, y sin embargo me atormentaba la idea de que, tal vez, él estaba a punto de ser atropellado por un ómnibus y yo no estaba allí para rescatarlo. Por eso, salí una vez más e hice el mismo recorrido, agregándole dos o tres cuadras adyacentes. Por la tarde, repetí la trayectoria, pero tomando como eje principal no la manzana donde vivo, sino la de enfrente. La estudiada geometría me daba una absurda tranquilidad: me hacía pensar que, si la búsqueda era sistemática, siguiendo un método, seguramente estaba haciendo bien las cosas. Pero ni rastros.
El miércoles hice igual recorrido, con la desesperación apagada pero latente, y con la ya secreta expectativa de que, esta vez, sí iba a aparecer. Ese miércoles, en mi segundo recorrido nocturno, descubrí que alguien me seguía.
No le había prestado atención. Era un hombre calvo, vestido de manera informal pero elegante y de aspecto vampiresco pero agradable. Desde el día anterior me lo había venido cruzando, pero podía ser una casualidad. Esta vez me detuvo justo en la calle Villarino, frente a la Iglesia Valdense y me dijo una combinación incomprensible de palabras:
- telesma pitagórico quattuor, tres. Salve.
Luego siguió su paso y ya no volví a cruzármelo.
Traté de recordar las palabras (“telesma” me sonaba vagamente al griego o al sánscrito; “pitagórico” era inconfundible y “salve” era, sin duda, un saludo. “Quattuor” era “cuatro”). Por alguna razón el hombre creyó que yo era parte de una comunidad (de allí el saludo cifrado). Busqué “Telesma” en Internet, y la definición que encontré fue esta: del griego telésma: rito religioso. No tuve que ir muy lejos para saber que de “telesma” se deriva “talismán”.
¿Por qué recibí este saludo?
Mi gato apareció con vida la tarde del jueves 4 de enero. Estaba encerrado en el patio de una cochera desde donde no hay puerta ni comunicación con la calle. Sólo cuando me vio empezó a maullar. Me bajé a ese patio, lo tomé entre mis brazos, lo paré sobre el paredón, trepé por unos esqueletos de gaseosas y lo llevé de vuelta al pasillo.
Entonces entendí por qué me había saludado el desconocido.
Mis caminatas marcaban una figura. Siempre era la misma figura. En algunas religiones, se realizan caminatas rituales para “escribir” algo con los pasos. A ese dibujo insustancial que realizan los pies al desplazarse por una superficie se lo llama gráfodo. Yo esto ya lo sabía, pero recién en ese instante hice la conexión.
La trayectoria que yo había hecho, para buscar a mi gato, marcaba siempre, de manera invariable, el siguiente gráfodo:
Esta es la figura que yo trazaba con mis pasos, vista desde el cielo. Ahora faltaba la segunda parte: ¿por qué esto era un ritual pitagórico, o un talismán de Pitágoras? Muy simple. Para Pitágoras el universo estaba compuesto de números, y ese símbolo es el que se entiende universalmente como “numeral”. Evidentemente, este es el talismán de Pitágoras, que es lo mismo que decir “el símbolo del número”
El hombre calvo, sin duda perteneciente a esta secta pitagórica (de la cual no tengo mayores noticias) fue muy perspicaz al seguir mis pasos e interpretarlos de ese modo.
Ahora bien, si en mi caminata yo hacía el símbolo numeral, que en jerga pitagórica era el equivalente del universo, ¿qué lugar ocupaba mi gato en él? ¿Cómo le daba vida al símbolo? Él fue, sin duda, una pieza esencial. Yo no habría hecho ese recorrido si él no hubiese estado extraviado. Y jamás habría hecho la conexión si no lo hubiera encontrado. Todavía me faltaba interpretar el quattuor, tres. Sin embargo, una vez más, remitiéndome al gráfodo, dividí sus líneas en diez partes, y encontré lo que buscaba:
¿Qué es lo que he intentado hacer en este incomprensible dibujo? Las líneas cortadas representan el gráfodo pitagórico. Dividí las líneas que representan a la manzana donde vivo en diez partes, y en la intersección de la parte cuatro con la parte tres (donde dibujé un par de flechas), fue el lugar donde encontré a mi gato. Finalmente, las incomprensibles palabras del extraño hombre que mezclaban el griego, el español y el latín fueron reveladas por completo.
Nota del 6 de enero: el hombre vampiresco que me dio ese inusual saludo con clave, es el dueño de una cerrajería dos cuadras de mi casa. Hoy tengo la sospecha de que, en realidad, él dijo otra cosa, que no se dirigió a mí y que, por supuesto, él nada tiene que ver con rituales pitagóricos. Quizás me equivoque; el trabajo de cerrajero tiene mucho que ver con las claves.
sábado, 6 de enero de 2007
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17 comentarios:
tiene bastantes cosas este texto. interesante. por lo pronto un error: el gráfico no dibuja vertical 4, horizontal 3; sino V4 H2. un error de tipeo (o su equivalente seguro)
el llanto, sin dudas, me pareció prematuro. de todas maneras entiendo: el gato sufre de vertigo felino, la relacion no es como la que uno tiene con cualquier gato. los gatos se van. si vuelven vuelven. si no, no. esa actitud me pareció de madre judía.
soñar. salir a los techos (un regalo que solamente te lo da un gato). la confusion con bolsas blancas dejó al descubierto toda tu desesperación. en la noche. puede haber sido algo terrible.
no decís las causas de la desaparicion del gato. tu razonamiento es lucido y logico y de hecho llegás al gato. pero no me decís porqué desaparece. mientras leía pensé que tu gato era el tercer desaparceido en democracia. después aparece. igual, gerez tambien aparecio despues de haber desaparecido. aparecen todos menos lopez. L ya no va a aparecer. igual, me pregunto porqué desaparaecer un gato que sufre de vertigo felino. igual, tambien, todos los ultimos desaparecidos sufren de salud o de algun tipo de dolencia. el pelado es cerrajero. la puerta del pasillo no se abre, las llaves aparecen en el jardín, no sé, fijate.
ningún cerrajero es de fiar.
el comienzo de año va dibujando el mapa político que se viene.
LV: el dibujo tiene un error de tipeo. No cometí ese error en el dibujo original, en el cual puse una foto aérea de la manzana de mi casa.
Desterremos el mito ese de que los gatos vuelven. Los que he tenido toda la vida, cada vez que se iban de forma irregular y prolongada, era porque les había ocurrido algo y no podían volver. A los gatos hay que salir a buscarlos; nunca hay que esperar que vuelvan. Si vuelven, vuelven a las pocas horas. Mucho más si están castrados.
Mi gato había huido hacia el departamento del fondo, en el cual encontró la puerta abierta; un perro le ladró, se trepó a un árbol, luego se asustó, fue a un paredón y se tiró al patio ciego. El segundo día que había desaparecido, lo busqué con la escalera pero no lo vi. Al cuarto día, la vecina me dijo que oía maullidos. Volví con la escalera y allí estaba.
Es probable que el cerrajero haya abierto todas las puertas para que mi gato se vaya al patio del vecino.
Una vez perdí a mi gato. Minutos antes creí haber visto una sombra corriendo por el pasillo de mi edificio, pero por los nervios no podía estar segura si era algo que se me había ocurrido recién o si realmente había pasado. Fui desde la planta baja donde queda mi depto hasta el octavo piso por las escaleras mirando por todos lados. Estaba llorando mucho, mi gato le tiene miedo a salir. Una vecina me preguntó que me pasaba y mientras subía le conte. Después salí y empecé a dar vueltas a las manzanas que rodean mi casa, pero pensé que ya se habría ido. Cuando volví, mi mamá me dijo que lo había encontrado, se había escondido en un placard detrás de algunas cosas. Es que de repente mi gato le había empezado a tener miedo a los ventiladores de techo.
Cuando leí la historia me acordé, y al ver los gráficos me dí cuenta que mi búsqueda había sido más circular: las escaleras, las vueltas, el ventilador. Gatos distintos supongo.
La vecina al tiempo me preguntó por mi gato, y me dio un poco de vergüenza decirle que siempre había estado en mi casa.
El gato escapó por los ruidos de petardos o algo así?
Siga al cerrajero.
El también escribe mensajes.
El numeral es una ventana y tiene algo de esvástica recta. Las cerraduras también son ventanas y anuncian vigilancia. De noche todos los gatos son pardos. Y el llanto redime culpas.
Me alegro por el hallazgo del animal sano y salvo, cuando el mensaje(de ellos)te llegó.
Restelli, si me va a citar para hacerse el vivo por lo menos deme crédito.
Besos.
Jeguel.
P.D.: a mi también me parece.
Qué fácil es, días más tarde, caer nuevamente en la incredulidad.
Espero que se desarrolle el personaje del cerrajero.
Que tenga un feliz año.
Sans Titre: su desesperación, imposible de comunicar, era muy parecida a la mía. Claro, yo jamás le diría a mis vecinos que estuve llorando un buen rato durante las tres noches en que mi gato no estuvo. Impresionante lo de la "circularidad" de su historia.
Anónimo: no se escapó por petardos. Es más, el 31 a la noche ni se inmutó. Esto fue el 1 de enero a la noche.
Karmelo Restelli: Es cierto, todo lo que se hace con líneas rectas tiene forma de prisión.
Jeguel: ?
Eli: yo todavía estoy temblando, y no puedo concebir que hace apenas un par de días lloraba por la desaparición irrevocable y permanente de un ser que ahora me mira desde el sillón como si no tuviera pasado. El cerrajero, ese sí que tiene pasado.
¿Así que todos tenemos gatos? Hombre, me parece extraño que el gato haya sido encerrado. Debe ser muy manso, no como los míos, que en cuanto alguien se acerca a un metro salen pitando.
Pero si hubiera una próxima ocasión, te regalo uno de los míos. Hay amarillos, negros, grises, manchados, blancos...pedí gustos.
Que bueno que volvio, mi hijo perdio a su gato Bernardo la noche de Reyes Magos.El se quedo creyendo que los Reyes se lo robaron, hasta que en plena crisis economica, los Reyes le trajeron un mismo gatito gris, chiquitito, lo que no se dieron cuenta los Reyes, tan atolondrados, es que era gata, recibió el nombre de Rita Lina y pasó a ser automáticamente la hija del Bernardo, que debe andar por algun pais de Oriente.
Perdón Restelli, perdón Mux, el comentario de arriba que figura como Hegel lo puse yo. Quería que quedara como un pelotudo.
Yo puse "Hegel" no sé por qué salió "Jeguel"... te pasaste al Beta no? No me deja postear bla bla bla.
Besos.
Vamos por partes. EL texto es fabuloso. Punto.
Ahora, eso de que los gatos vuelven es cuaestionable y comparto su parecer. Un gato que se escapa tiene más de Julio López que de Luis Geréz.
Tuve muchos gatos. Me animo a decir que más de cien. Veinte de ellos al mismo tiempo, cuando mi casa era más abundante en dimensiones.
Pero lo mejor del asunto es que anoche me la pasé soñando que mi gato Samuel (siamés de cuatro kilos a quien realmente sentí como a un hijo) volvía. Y no sólo volvía de la muerte, sino que resucitaba una, otra y otra vez, tras perderse entre casas que no me resultaban del todo conocidas. Una de las direcciones tenía el famoso numeral (#).
¿Quiere asustarse mas? En el sueño, se perdía por última vez, para no volver, la noche de reyes.
No sé que decirle. En serio. Le mando un abrazo paranormal. Debemos estar haciendo telepatía a través del termotanque.
Solo alguien que perdió un gato sabe lo que se siente en estos casos. Es desesperante. Yo llegué a la conclusión de que tienen el poder de desmaterializarse para aparecer en otro lado una noche de navidad en la que volvimos y no encontrábamos por ningún lado a nuestra siamesa, a quien habíamos dejado totalmente encerrada en la casa. Si no fuera porque luego de arduas horas de búsqueda la encontramos dentro de la cavidad del motor de la heladera, hoy seguiría afirmando esa teoría... de todas formas no la descartemos.
Mis respetos.
jorge mux, he sonhado con ud, en el sueño ud se parecia a sean connery pero no de james bond, mas bien el del nombre de la rosa, pero me decia, que su verdadero nombre era Raul Seixas. Vendia ud espejos en un flohmarkt y yo le comentaba sobre su gato tiziano y sobre el mio, dante, y ud me decia:- No son mas misteriosos los espejos .. y despues me hablaba en aleman o en ingles antiguo, como si recitara.. y no entendia nada y me desperte.
Flohmarkt es algo así como mercado de pulgas?
Damas y caballeros: sus comentarios reunen exquisitas sinfronías oníricas y una angustia compartida por la ausencia de gatos. Me resulta asombroso.
Yerbanohay: solo en sueños puedo hablar en ingles antiguo y parecerme a Sean Connery. De hecho, me han dicho que mi doble onírico era Sean Connery. Espero que continuemos este dialogo
Claro, el tiene tiempo para irse a pavear con sus amigotes a la City Porteña pero no tiene tiempo para contestar el mesenyer. Qué bien eh?!
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