martes, 21 de agosto de 2007

La denuncia

Mi viejo trabaja tomando denuncias en los tribunales de Bahía Blanca. Básicamente, los denunciantes llegan a la fiscalía, relatan sus problemas y él las reproduce punto por punto en un papel, tipiando en una anticuada máquina de escribir. Cuando el relato del denunciante cumple con ciertos requisitos, la denuncia es transferida a los fiscales del área y ellos se encargan de hacer las investigaciones. Cuando el relato no cumple con los estándares, hay dos destinos posibles. Si mi padre evalúa que, desde el punto de vista legal, no hay delito, entonces todo el relato del denunciante va a parar al tacho de basura. El otro destino es más prometedor: el papel es escondido en una carpeta cuya etiqueta dice: “inspiraciones para hacer cuentos”.

Para mi viejo el problema no es decidir si la denuncia es pertinente o no lo es; su verdadera clasificación está en “es un cuento” o “es otra cosa”. Por eso escucha a los denunciantes más con un interés de psicólogo que de burócrata judicial. Cuando una denunciante dice, por ejemplo, “mi concubino anoche violó a mi hija”, él a veces interrumpe con preguntas como “¿Es su concubino una persona que habitualmente cree que la vida no tiene sentido?”, o “¿usted tuvo la ligera sospecha de que él era capaz de hacer esto desde el preciso instante en que lo conoció? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué motivó esa sospecha? ¿El hecho de que él mirara programas de turismo carretera? ¿Un hobby raro que trató de ocultar? ¿Sus repetidas afirmaciones de que los gatos son seres demoníacos?”. El denunciante puede tener varias reacciones. A veces, siente que le toman el pelo, se levanta y se va gritando que la justicia es un desastre –lo cual, por otra parte, no deja de ser cierto. A veces se siente contenido y cómodo con las preguntas que apuntan al contexto psicológico del hecho, y él mismo da detalles precisos y escabrosos. Muchos denunciantes en realidad sólo buscan a alguien que los escuche, y se encuentran con que el señor Mux es capaz de prestarle su oído durante horas, sin cobrarles un centavo.

Cuando mi padre intuye que el relato irá a parar a la carpeta “inspiración para cuentos”, su interés por los detalles se vuelve obsesivo y el texto de la denuncia deja de ser una exposición fría y objetiva para convertirse en una fábula de misterio. “María sospecha que ese hombre, al que conoció una madrugada a partir de un confuso incidente con gatos, maullidos horribles y fuego (incidente en el cual él afirmó que ‘a los gatos los trae el demonio’); ese hombre de cejas pobladas y sonrisa irónica que ahora vivía con ella; precisamente ese, había violado a su hija. Sin embargo la hija, de diecinueve años, insiste en que no fue así. María no se atreve a sospechar que, en realidad, su concubino y su hija mantienen una relación sentimental desde hace un par de años. Prefiere mantener la hipótesis de la violación para que su autoestima no se vea tan profundamente vulnerada; le gustaría hacer el papel de madre que ayuda a su hija en una situación límite, en vez de renegar de ella. Por todo lo que María calla, puedo conjeturar que la hija supuestamente violada hace poco tuvo un bebé cuyo inequívoco padre es el concubino de María, y María nunca lo ha aceptado como nieto; es más: todos fingen que es hijo de María y hermano de la hija de María.”

No es mi intención robarle a mi padre las “inspiraciones para cuentos”, aun cuando sé que él jamás se sentará, seriamente, a elaborar una narración a partir de esas denuncias. No. Mi intención es contar una denuncia en particular.

El 14 de agosto llegó un hombre a la fiscalía a denunciar que le estaban haciendo un paciente trabajo psicológico para inducirlo al suicidio. Decía que, en realidad, él no quería matarse. Que tenía un apego muy grande por la vida. Que amaba su trabajo y su familia e incluso a sus mascotas. No bebía ni se drogaba. Pero, según relataba, un grupo de personas (él los llamó "guiñapos pseudoilustrados") le decían palabras que lo incitaban a realizar un viaje al más allá. “Y qué quiere que haga”, dijo “uno no es de fierro. El otro día casi me mato delante de mis hijos. Yo estaba cortando la carne para el asado y me dije ‘¿por qué, en lugar de hacer el asadito, no me clavo el cuchillo?’. Estuve a punto de hacerlo; incluso tengo un pequeño corte en el pecho. Mire”. El hombre se desabotonó la camisa y dejó ver algo que parecía un arañazo o un raspón. “Mi mujer me sacó el cuchillo en el momento justo, y me dijo: tenés que hacer la denuncia”.

“Por eso vengo. Porque hay alguien que me quiere suicidar, y lo tienen que agarrar para que no me suicide del todo. Y como yo debe haber muchos más”

Mi viejo, con la certeza de que ese relato iría a parar a la carpeta etiquetada, le preguntó al hombre: ¿cómo sabe que lo quieren inducir al suicidio? ¿qué pruebas tiene? ¿sabe quién es?.


-Claro que sé quién es. -dijo el denunciante- Es el profesor Jorge Mux.

La respuesta, por supuesto, no podía dejar de sorprenderlo.

-¿Jorge Mux?

-Sí – dijo el denunciante sin sospechar- Eme, ú, equis. Jorge Mux.

-¿Cómo sabe que fue él? ¿Tiene pruebas? – insistió mi padre.

- Claro que las tengo. Él es profesor de filosofía. En primer lugar, algunos alumnos suyos se suicidaron. Eso ya daría para sospechar. En segundo lugar, él recomendaba la lectura del Fedón de Platón, una obra en la que Sócrates relata las ventajas de la muerte por encima de la vida. En tercer lugar, una de las frases que suele repetir en sus clases es “la vida es una pasión inútil”, de Sartre. Y en cuarto lugar, están los elocuentes escritos.

En este punto, el denunciante sacó de un maletín unos papeles impresos con dos relatos de Monstruos y Berenjenas (El Club del mal matarse y no morir , Un Lector del Más Allá) , algunas palabras de Exonario (joncada, buletanasia, inconscidio) y un par de entradas de ¿Qué estás buscando? (cómo matarse sin morir, cómo matarse)

Mi padre estaba sorprendido, pero trató de aparentar indiferencia. El denunciante comenzó a explicar. “Estos son los textos que más directamente alientan el suicidio. Sin embargo, todo lo que escribe este personaje tiene que ver con la muerte, con lo monstruoso y con la posibilidad de evadirse del mundo. Y cada vez que releo incluso aquellos trabajos que parecen más inocentes, encuentro que en el fondo apuntan a una misma cosa: a mostrar que la vida es horrible y sin sentido, lo que en última instancia conduce al suicidio. Además, no trabaja solo. Él es el cabecilla de esta especie de secta, uno de cuyos epicentros está en Bahía Blanca, pero tiene contactos en Rosario y en otras partes del mundo. De hecho, si usted revisa los comentarios en sus páginas web, se dará cuenta de que sus seguidores son siempre los mismos.”

En la prolongada denuncia aparecieron los nombres de los bloggers The Bugquien aparentemente es el cabecilla de una sucursal sectaria en Rosario-, Iota, Karmelo Restelli, Mantis, Igor, Gabrielaa, Luciano Sabattini, Tunicia, Laura Berra, Malena Oxum (de quien el denunciante hizo una referencia por el parecido entre “Mux” y “Oxum”) e incluso Podeti. Todos, involucrados en la compulsión suicida de esta persona.

¿Cuál es el nombre de este denunciante para mí desconocido?: Esteban Gorrer.

Esteban Gorrer fue el personaje de algunos relatos de este mismo blog. Fue una triple sorpresa enterarme de que existía, que vivía en Bahía Blanca y que se estaba volviendo loco gracias a lo que escribo o lo que digo en mis clases.

Y este juego de identidades recursivas, de traspasos entre la ficción y la realidad, se llevó a cabo de modo magistral en esa denuncia. Mi padre se llama también Jorge Mux. Esteban Gorrer estaba denunciando ante Jorge Mux, que Jorge Mux lo quería inducir al suicidio. Esteban Gorrer es un personaje de ficción de Jorge Mux (hijo). Jorge Mux (padre) recopila denuncias para convertirlas en ficciones. Y Esteban Gorrer, obsesionado con mis palabras, seguramente leerá esta historia. Mi padre, Jorge Mux, ha generado un doble en la realidad (yo, que también soy Jorge Mux); Esteban Gorrer tiene un doble en la ficción, ideado por Jorge Mux. El Gorrer de la realidad piensa que Jorge Mux (hijo) quiere quitarlo de este mundo, y para eso hace una denuncia ante Jorge Mux (padre). Por mi parte, estoy algo preocupado por la reacción violenta que pudiera tener un lector psicópata.

Lo único que se me ocurre es pedirle al señor Gorrer (quien, sin duda, va a leer este post) que no se suicide. Qusiera aclararle que en ningún momento quise sugerir una cosa así. Si lo he hecho, le pido disculpas. Mi ruego es inútil, porque seguramente Gorrer encontrará en él, por contraste, una excusa para decir que lo aliento a matarse. Si fuera así, le pediría que trate de vengarse creando un blog con historias de ficción en las cuales un personaje llamado Jorge Mux es cabecilla de una secta suicida. Y que por favor, no involucre a los comentaristas ni a otros bloggers. Excepto, quizás, a uno de ellos que se lo tiene bien merecido.

Nota: un comentario en “El club del mal matarse y no morir” bien pudo haber sido escrito, precisamente, por Esteban Gorrer. Véanlo aquí. Busquen el comentario de “Anónimo” que está escrito en mayúsculas.

17 comentarios:

The Bug dijo...

¿Cómo, Jorge, decime cómo?
¿Primero investigados por pedofilia y ahora esto?
Su amistad se me está volviendo peligrosa.
Si el relato no fuera tan rico y fantástico, ya estaría abriendo la boca para incriminarlo y lograr para mí una conmutación del penas gracias a la figura del arrepentido.

Luz dijo...

Excelente!

Bahía tiene ese "no se que", que genera ideas increibles. Extraño sus vientos que estoy segura tendrán algo que ver con eso.

Anónimo dijo...

NO RTE PIENSES QUE TIENES IMPUNIDAD MALDITO ESTO ES UNA ADVERTENCIA NO SEAS TAN CARARROTA ESTO ESTA MAL MUY MAL LO QUE HACES ES TERRIBLE Y LO PEOR ES LO QUE LE HACES A LAS NUEVAS GENERACIONES QUE CONFIAN EN TI, ESTO RECIEN EMPIEZA YA TENGO GENTE QUE SABE QUIEN ERES

gabrielaa. dijo...

me dio vértigo

Soy yo dijo...

Estimado Sr. Mux: Su excepcional relato esta vez ha logrado intranquilizarme al punto de tener que consultar a mi psiquiatra el Dr. Tuttonormalex, que atiende conjuntamente con el abogado Dr. Picafecex hijo y nieto quien, según se dice, fue a atenderse una vez a raíz precisamente de un problemilla de personalidad múltiple y finalmente terminó instalándose allí, pero esa es otra historia.
Al respecto, los tres me aconsejaron que ante cualquier problema aduzca que también padezco de trastornos de identidad disociativos y por tanto sufro de una incapacidad de recordar información personal relevante sobre alguna de las identidades coexistentes.
Muchos saludos,
Lauraciber, mi otro yo

Juan Ignacio dijo...

"Manífico"...

Hoja Mayor del Gomero dijo...

Me tiemblan las piernas...

yerbanohay dijo...

oh no , yo no me tengo merecido nada..sólo me acuerdo haberle dicho a esa chica una vez que no se podia suicidar sino tenia una buena bañera, rodeada de velas y con petalos de rosa, que eso de sentarse en el inodoro y meter las muñecas sangrantes en el tachito de lavar las medias no era muy buena idea... pero juro que ninguna otra referencia al suicidio hice en toda mi vida..
ah.. bueno, si, cuando en tucumán me reía cuando la gente en vez de "subsidio de salud" decía suicidio de salud, pero eso es otra historia.
Oxum y mux.. la verdad es que es inquietante... algo de razon tiene que tener este Gorrer, digo yo.

Anónimo dijo...

Gorrer está en lo cierto, Jorge Mux (hijo) es un personaje monstruoso.

Cuando era apenas un pubercito se la pasaba diciendo: "la muerte es lo mejor de la vida, por eso la dejamos para lo último".

Pero JM padre es peor: a sus hijos pequeños les cocinaba galletitas con caritas de perros que les hablaban a los comensales antes y durante la ingesta.

Nemesis dijo...

Muy bueno... esto te demuestra que el mundo es un fucking pañuelo. Si ese hombre se hubiera enterado que a quien le dictaba la denuncia era JM, salia y se mataba en serio.
Fantástico.

Igor dijo...

Un amigo de mi viejo decía: la vida es como un sorete, en lo mejor, se corta. ¿Y esto que tendrá que ver? No sé, pero me pareció pertinente que lo sepa. Señor Mux, usted es cosa seria. Le mando un abrazo chingón y no afloje. Otra cosa: el ANONIMO, antes emitía una especie de silbadita PS...PS...que se ve fue perdiendo por algún motivo. Bueno, me voy aterrado por ahí. Saludos para todo esta secta tan adorable.

Anónimo dijo...

Esto es genial, a mi también me dejó cieta sensación de piel de pollo. En realidad, es un ejemplo magnífico en vivo y en directo de una experiencia borgeana con todas las letras!!!!Claro, para los implicados es ya casi algo que asusta, para mi traqnuilidad vivo lejos de Bahía :p Suerte con el pshyco este, tenga cuidado cuando camine solo de nochey esas cosas, que disfruto mucho de sus textos, Sr Mux. Lo leo siempre, sólo que hoy me tomé el atrevimiento de escribirle. Le mando un saludo!

PD: por otro lado, parece ser que al Sr. Gorrer le han influnciado mucho sus palabras, que es cierto que cuando uno se hace preguntas del tipo filosóficas, y lee ciertos autores, éstos nos dejan una sensación melancólica que todo aquél que la haya experimentado sabrá de lo que hablo. Personalmente, a veces escucho las charlas de la gente en el subte o demás medios de trasnporte y me pregunto si esa o tal persona alguna vez se ha detenido a pesnar en el sentido del por qué estamos aquí...y muchas veces pienso que nunca lo han hecho. Claro, nunca han sentido ese vacío, tan hermoso icluso, después de leer por ejemplo las Cartas a un joven poeta, de Rilke, que recuerdo fue lo ultimo que me dejo de cama mirando el cielo raso. Si el Sr Gorrer cree que porque le han hecho referencia o abierto las puertas a estas maravillosas cuestiones que como seres humanos podemos enfrebtarnos, y antes de su larga vida nunca había hecho (hombre grandee con hijos y todo)...pues, matese y listo!!! (Era broma no se lo tome en serio cheeee) Eres mi hno y te amo!

Anónimo dijo...

WTF??????

Ana dijo...

Querido Jorge: ¿Para cuándo el libro? No los he contado, pero ya hay material, digo yo.

Te he citado (Exonario) hoy en mi blog.

Saludos afectuosos.

Mantis dijo...

A mí no me metan en quilombos: que yo te hago chistes sobre payasos pedófilos y madres que se masturban mirando documentales sobre el Holocausto, o el ruido que un nene de cuatro años hace al atragantarse con una gillete, todavía, pero al suicidio te incito nunca.

Eso sería ir en contra de mis principios más inquebrantables, especialmente los ralacionados al homicidio. Que es un derecho, ilegal, pero derecho.

Saludos.

«—x—« dijo...

señor mux (hijo): ¿hay en el exonario alguna palabra para el suicidio inducido? le dejo también algunas preguntas para el señor mux (padre): ¿inducir a un tercero al suicidio está tipificado como delito? ¿es homicidio? ¿el instigador es el autor intelectual del hecho y el suicida es a la vez víctima y autor material? ¿si el suicida falla en su intención, puede presentarse ante el señor jorge mux (padre) y acusarse a sí mismo de intento de asesinato en su propia persona? ¿si se presenta, a qué carpeta va la denuncia? ¿si se investiga y llega a juicio, el denunciante es acusado y acusador al mismo tiempo? ¿puede ir a la cárcel? y por último, ¿qué opina de los que afirman que el intento de suicidio debe ser castigado con la pena de muerte?

Anónimo dijo...

wow....


PRIMERO: QUE BUENA FORMA DE BUSCAR INSPIRACIÓN LA DE JORGE MUX PADRE.

SEGUNDO: QUE DEBIL DE MENTE HAY QUE SER PARA SENTIRSE SUICIDA INVOLUNTARIO.

TERCERO: EXCELENTE ESCRITOO!