lunes, 11 de diciembre de 2006

Monstruos y Berenjenas


Los monstruos irrumpen y asustan. Son duras figuras animadas que caen del cielo una noche cerrada o una tardecita apacible. Vienen de otro tiempo; a veces del pretérito o del enorme futuro. A veces del presente; de otros presentes que no están aquí. A veces del más allá. Traen ruidos de agua y rugidos ensordecidos. Traen maquinarias de engranajes sólidos y herrumbrados.

Las berenjenas aguardan desde siempre. Desde su monstruosa vegetalidad; su quietud color morado es la morada de lo monstruoso latente, de la escondida respiración agitada, del asesinato paciente y cobarde que opera la lenta vejez sobre la carne.

Los monstruos tienen dentro sangre negra y la escupen todo el tiempo por la nariz y por el culo. No soportan su propia sangre, porque la sangre que tienen no es de ellos. Es la sangre de todos los otros. Se cortan tajadas de sí mismos y cada parte que se cortan crece diez veces. Se mutilan para que crezca más de ellos, para ser más para mutilar. Se arrancan las infinitas patas con las patas; los ojos con los ojos, el estómago con la boca. La boca con los dientes. Se comen por completo a sí mismos y se escupen.

Las berenjenas aguardan desde siempre. El tiempo carcome y enflaquece todo lo que hay alrededor; a ellas les acerca el fuego y el hielo; destruye y restaura su piel morada, las carga en los hombros de la corriente de un río negro, río hecho de revueltos, de turbios, de intrincados, de abstrusos, de monstruos escupidos. Las berenjenas se hacen río. Los monstruos se hacen corriente. El tiempo se hace berenjena.

Yo estuve contemplándome en las
aciagas
aguas del tiempo.
El espejo del río me devolvió
la figura
de un monstruo áspero
lamiendo su oxidada sangre
matando a un monstruo en él
matando a un monstruo para ser más monstruo,
un monstruo matando a un monstruo
para ser más monstruo para matar.
Me bebí a mí mismo
a mordiscones.
Entonces amaneció para siempre.

12 comentarios:

Juan Ignacio dijo...

Eso ya se vió, está en Hegel. Seguí Participando.

PD: Inserte berenjenas para continuar.

Jorge Mux dijo...

J: todo está en Hegel. Incluso su comentario.

Anónimo dijo...

Cinturón negro, Mux! Saludos. Igor

Zambayonny dijo...

Ando recorriendo blogs de amigos. Felicitaciones por el suyo, señor

~Tula! · dijo...

Desde la tarde que estoy leyendo su blog y ojalá no termine nunca. Tiene usted cosas maravillosas. Me gustó mucho "Miembros Fantasmas" y me dejó pensando qué será aquello de lo que yo me he desprendido y que todavía me duele, mientras paseaba alejándome del calor.
Lo puse entre mis links. Muy muy bueno su blog.
Saludos
-Sole-

Juan Ignacio dijo...

Hegel está en Hegel.

Un Igor karateka? Te desafío a kumite según reglas de la FAK.
Ahre...

Denisa dijo...

a pesar de mi edad, me siguen asustando los monstruos,
y las berenjenas son un misterio para mi.

Anónimo dijo...

Yo sufro de fascinacion con los monstruos.Me emociona el doctor jekyll y mr hyde. Y el duque de bomarzo. Y Nosferatu(por Klaus Kinski, mejor). Hay algo de romantico en la monstruosidad. El hombre hermoso adentro que solo algunos ven. Hefaistos,el de las profundidades.La hermosura que sólo Afrodita reconoce.

Anónimo dijo...

He de decirte que en Guate todavía nos quedan algunos monstruos y que las berenjenas nos vamos a comer hoy, con queso y crema. Un beso.

Anónimo dijo...

En todas las historias de monstruos trato de imaginar el guión inverso, es decir:
Caperucita es la malvada, el lobo el héroe, y así...

Mis monstruos favoritos: Drácula es con el que más me identifico, también todos los zoo-ilógicos, las quimeras, todos los monstruos que tienen la capacidad de cambiar de forma y muy especialmente los dragones celestes.

EL ENMASCARADO dijo...

La imagen que tenes ahi es AUROBOROS?

Anónimo dijo...

Recién hoy encuentro lo que motiva el nombre de este magistral blog: una atávica teratofobia, acaso nacida de cándidos sueños infantiles, transmutada a veces en teratofilia dulce y pegajosa. Mas las berenjenas aguardan desde siempre, por eso junto a esta usual teratofobia ya domesticada hay una melitzanofobia indómita e intermitente.