domingo, 8 de julio de 2007

Atavismos del futuro

Primera parte: q-iridiconoide unitexal, catoptrótica, anacatoptrótica, opacita y anafractal.


Siempre pensé que yo no era de este tiempo. Siempre supuse que mi identidad no es esta, sino otra. No soy Jorge Mux, sino algún otro ser (o una multitud de seres) que, desde un tiempo muy posterior, decidieron
que yo sea esto que soy. Mi sospecha está fundada en los sueños lúcidos y las visiones de un futuro lejano que me han acompañado desde muy pequeño. Como si algo en mí guardara la reminiscencia de un recuerdo desmesurado; un recuerdo que supera la capacidad imaginativa de mi propia memoria.
Siempre supe que este Jorge Mux es el retazo de otro (quizás con ot
ro nombre y sin duda con otra forma) que existirá en la segunda mitad del siglo veintitrés. Ya no quiero seguir andando por el mundo sin saber lo que hice en el futuro.
Anoche tuve la confirmación. El primer sueño lúcido revelador. No un remiendo, no una sugerencia: fue una comunicación directa.
Ese ser colosal (y ahora lo sé: no humano) que seré yo en el futuro, mucho después de que me haya muerto, me comunicó vía revelación telepática transtemporal por qué tengo estas premoniciones tan certeras. Por qué me despierto a la madrugada con el deseo de batir mis enérgicas y grandiosas alas de metal. Por qué me enfermo de tristeza al no poder encontrar a mis hermanos de pavio líquido, sin saber siquiera qué es el pavio ni a qué hermandad me refiero. Por qué recuerdo con
alegría un juego abstracto, con esferas de éter rosado, en una ciudad colosal de rascacielos que se perdían más allá de las nubes.
Ayer me llegó una revelación. Fue como un preparativo para el año 2253. En la noche del sábado 7 de julio de 2007, me revelé a mí mismo (desde el año 2253) una serie de descripciones para cuando regrese al futuro. Las descripciones me llegaron como un golpe intuitivo; simplemente supe esto que voy a contar. Lo supe sin palabras. Lo que voy a describir a continuación es, en realidad, un desglose ciertamente imperfecto de esa revelación perfecta.

He aquí la descripción cuyo carácter era meramente pedagógico: servía de preparativo para cuando yo vuelva al año 2253.

Soy yo mismo. Soy más yo que nunca. Soy yo mismo.

Me estoy esperando, desdoblado en ti, en el año 2253.

Te diré lo que debes saber para cuando llegues. Será un momento de mucha confusión para ti, porque será un enorme cambio. Esto es lo importante: los robots cuánticos que están flotando en la atmósfera (y que ya son parte de ella) te instalarán un implante. Ni siquiera te darás cuenta; sólo notarás que la percepción del mundo cambiará de manera sustancial. Vas a ser un novato en el futuro, así que más te vale ir un poco prevenido.

Existen los implantes y los explantes. Un implante es –como su nombre l
o indica- un sistema o una serie de objetos aislados que se introducen en tu cuerpo o en tu psiquis. Un explante, en cambio, es un nuevo órgano externo o una nueva terminal para tu cuerpo. Para que entiendas la analogía: un reloj pulsera de tu época es un explante, lo mismo que un teléfono celular o un automóvil. Imagina ahora que los explantes te acompañan a todas partes y que no sólo sirven para transportarte o decirte la hora: imagina que un explante está allí presente para llevarte, eligiendo el mejor camino para llegar adonde quieras. Imagina, también, que el explante genera una burbuja virtual alrededor de ti, en la cual no puede entrar absolutamente nada dañino. Es como un poderoso escudo que te protege y te transporta.

El primer explante que recibes a
utomáticamente es el de la vista multifocal. Tú tienes dos ojos. Los dos ojos te dan cierta percepción de la profundidad. Ahora imagina que, en lugar de dos, tienes cien mil ojos. Cien mil, que están ubicados en muchos lugares más allá de tu cara. Cien mil ojos, ubicados en fila, uno al lado del otro, miles de kilómetros arriba y a los costados de tu cuerpo. Puedes ver todo desde una perspectiva que jamás habías visto. Puedes verte a ti mismo viendo el entorno. Como si te acompañaran cien mil cámaras. A este explante lo llamamos la visión polaroide. Pues bien, imagina que acompañas el explante de la visión polaroide con un implante cuántico que consiste en ver muchos colores y texturas que usualmente son invisibles. Puedes distinguir, por ejemplo, la estructura molecular de un cristal. Puedes ver una gama de colores –antes para ti invisibles- entre el rojo y el amarillo.

Pero también puede ser que no estés mentalmente preparado para todo ello. Sería como darle sofisticadas herramientas a un mono. Los cerebros humanos de la primera mitad del siglo veintiuno no tienen implantes. Por eso, no poseen la inervación necesaria para recibir determinados estímulos, como la visión de la majestuosa gama de colores efebónicos. Entonces será necesario que un ingeniero bot te implante
, una configuración de cuantos de materia que sirvan como un anexo de tu cerebro. El ingeniero bot no hace cirugías: sólo utiliza su voz. La voz de ese ingeniero cuántico provoca unas pequeñas vibraciones que inducen un determinado orden en la estructura de los átomos. Yo no espero que entiendas todo, desde luego. De todas maneras, decir “implante cuántico”, “ingeniero cuántico” o “estructura atómica” suena a anacrónico. En el año 2250 (y mucho antes) el término “cuántico” se ha vuelto tan amplio que ya dejó de tener un significado preciso. Debes saber que sólo utilizo la palabra “cuántico” para referirme a algo de lo cual puedas entender por analogía, pero para ser un poco más exacto debería decir “q - iridiconoide unitexal” en algunas de sus variantes catoptrótica, anacatoptrótica, opacita y anafractal. No quiero multiplicar las palabras desconocidas porque, de todos modos, no podrías entender su significado.

Todos estos implantes y explantes ocurrirán de golpe, apenas caigas en el año 2253. Te despertarás de la muerte con este arsenal sensorial y con muchas cosas más.


[Este relato continúa; en unos días aparecerá El Master Pávico, la segunda y última parte de esta alucinación del futuro]

5 comentarios:

The Bug dijo...

Solamente "Guauuuuu!"

Anónimo dijo...

si, guauuuu!!.
Vende la historia y dedicate a esto.

Mantis dijo...

¿Eso quiere decir que por fín voy a dejar de usar anteojos, Mux?

¿Y nuestros bronquios asmáticos? ¿Qué van a hacer con ellos?

Jorge Mux dijo...

Mantis: eso de respirar por los pulmones naturales será algo bastante demodée. ¿Nunca respiró a través de un bronquio q - iridiconoide?

Corvina dijo...

Y no te preguntaste (a vos mismo) si vamos a correr bajo Windows o Linux???