miércoles, 31 de octubre de 2007

La caza del enano cretino

Como parece que se viene la época de caza del enano cretino, los medios se preparan para ofrecernos la información necesaria. Vemos al doctor Giménez hablando por canal dos: aparece él, vestido de blanco impecable, un sable corvo, una camilla y un enano negro. Nos comenta que hay un punto exacto, un poco por encima de la diminuta y deforme nuez de Adán, en el cual hay que hacer el golpe seco con el sable. “Hay que arrancar la cabeza de un solo sablazo”, nos dice, acompañando sus palabras con un movimiento de brazos muy parecido al de un jugador de golf. El movimiento se dirige, lenta pero gráficamente, hacia el cuello del cretino. El enano, dentro de su miserable perversidad, trata de apretar el cuellito de manera tal que no haya espacio entre su cabecita y sus hombritos, para que el sablazo dé un golpe fallido. El doctor Giménez entiende que esa resistencia es el signo más inequívoco de cretinismo. “Hay que persuadir al enano”, dice, después de dejar el sable a un costado, pero dentro del foco de la cámara. “Motu proprio, el enano no va a dejar que le arranquen la cabeza. Es tarea del cazador incentivarlo para que nos deje cuellito.” Haciendo gala de una especial didáctica (hasta los niños aprenden con el doctor Giménez), nos comenta cómo podemos engañar al enano cretino. “Hay que llevar una bolsa de caramelos de café”. El doctor saca una bolsita de uno de los bolsillos de su delantal y ofrece un caramelo al enano. Hasta ahora, el enano se ha quedado quietito, en la cabecera de la camilla, sin moverse ni pronunciar palabra, con un gesto de niño resentido. Pero, atraído por el señuelo, cambia de expresión. La muy limitada movilidad de sus facciones le dibujan algo parecido a una sonrisa. Respira con jadeos y da manotazos en el aire. El doctor no va a soltar un caramelo porque sí. El enano tiene que caminar o reptar de una punta de la camilla hacia la otra y, fundamentalmente, tiene que levantar la cabeza para dejar entrever su cogotito. Entonces puede ser que el doctor le dé el caramelo o le dé un sablazo. Hasta ahora no han matado a un enano cretino frente a las cámaras, pero pronto llegará el momento, si hace falta. “El enano cretino no tiene sangre”, dice el doctor Giménez. “Para que lo sepa la señora, que seguramente es impresionable: la decapitación de un enano cretino no mancha la alfombra. Por sus venas el enano tiene una sustancia pastosa muy parecida al dulce de leche. De modo que cortarle el cogote a un enano cretino es lo mismo que abrir una caja de ravioles o de alfajores”. La imagen se corta de pronto y aparece un niño con guardapolvos, exclamando con una voz adorable: “lo hacemos por el bien de ellos”. Rápidamente, la imagen vuelve al doctor, quien ahora sostiene al enano cretino de sus piernas, colgando como un chanchito. El enano patalea y chilla, pero el doctor Giménez, que es hombre de brazos largos, lo mantiene lejos de sus pataditas. “El enano cretino tiene problemas en los sobacos”, dice, señalando su sujeto. “Le crecen los pelos en forma desmedida. Esto conlleva grandes sufrimientos para él, y para la comunidad toda”. El doctor Giménez deja al enano nuevamente en la camilla y una enfermera le tapa la boca con una cinta adhesiva, para evitar que siga chillando.

Alguien desde el público quiere pedir excepciones. Hablan de dos enanos cretinos que, conscientes de su naturaleza malvada, se suicidaron o pidieron que los ejecutaran con un certero golpe en el cogote. La producción cuenta con fotos de estos cretinos y la multitud pide que las pongan al aire.

La imagen se corta bruscamente. Esta vez no aparece el niño adorable, sino un cartel que dice “defendamos los derechos del enano cretino”. Inmediatamente, en el mismo estudio donde estaba el doctor Giménez aparece la vocera de los derechos del cretino, una militante regordeta pro-cretina llamada Pascuala. “Repudiamos la actitud de Giménez y sus seguidores”, dice. “Nuestro lema es: incorpore a un enano cretino en su vida. Téngalo, déle de comer, sáquelo a pasear”. La producción (momentáneamente controlada bajo el mando de Pascuala) pone un video en el cual se muestra a varios enanos trabajando en circos, en minas de oro, en espectáculos televisivos y en promociones de juguetes. “El enano cretino también puede integrarse a la sociedad. No lo discriminemos”. Acto seguido, la producción coloca escenas de la película soñar, soñar, en las que aparece un enano talentoso, y varios filmes de Olmedo y Porcel en los cuales se ve el mismo enano (talentoso). De fondo, puede escucharse esos locos bajitos, del Nano Serrat. Sin embargo, la sensiblería no hace mella en el público del doctor Giménez. Los teléfonos comienzan a sonar y la gente llama y dice que cómo alguien puede usar un espacio en el aire para defender a los cretinos. La empresa de publicidad que auspicia los sables corvos cortacuellos anuncia que va a dejar de publicitar en el programa. Alguien del público pide que echen a Pascuala. La Producción corre tras Pascuala, la toman por los hombros y tironean de su cogote hasta que finalmente descubren que tiene un disfraz. Pascuala es un enano cretino, al igual que los seguidores de Pascuala. El doctor Giménez aparece nuevamente en cámara, y ya sin medir consecuencias revolea el sable corvo y corta cuellos, manos y estómagos de cretinos. Pedazos de dulce de leche salpican el lente de la cámara. El enano que encarnaba a la gorda Pascuala, doblemente mutilado: ya sin la cabeza del disfraz y sin su propia cabeza, dos veces desecho, queda a un costado de la camilla, moviendo ambas bocas en un curioso gimoteo post mortem. “El enano cretino es cretino en serio”, aclara el doctor Giménez, en una breve pausa en su gesta. Los enanos no oponen resistencia, excepto por esa leve intención de apretar el cuello, para que el golpe de sable no sea tan certero. “No hay enano cretino bueno, señora. Fíjese cómo estos enanos, llenos de odio y maldad, no me dejan que les arranque la cabeza”. Ahora al doctor Giménez se le suman algunas personas de la producción del programa, quienes con cuchillos y con palos rematan a los pocos enanos cretinos que quedan. “No, no, caballeros, no perdamos la calma”, dice Giménez. “Con sables corvos, y en el cuello. No golpeen en cualquier parte. No con palos, ni con cuchillos comunes. Esto tiene que hacerse de manera profiláctica, porque no queremos que ellos sufran. Aun cuando sepamos que se tienen bien merecido un poco de sufrimiento” Después de haber cortado a todos los enanos del estudio, la producción reúne los restos y el doctor, que es además un experto cirujano, toma aguja e hilo choricero y cose todas las partes entre sí y con los restos de todos los enanos forma un solo gran cuerpo de más o menos treinta brazos y treinta piernas. De fondo se escucha “todas las manos todas”. “Este año, la gran ronda de enanos muertos cosidos va a ser frente a la plaza. Señora, señor, mate su enano y tráigalo a canal 2 o llévelo a la iglesia más cercana a su barrio”. El programa termina con una aclaración del doctor Giménez: “Si trae un enano, colabore con algo de hilo choricero. Si trae al menos dos enanos muertos, cósalos entre sí para ahorrarnos trabajo”. El plan de trabajo que dicta la costumbre, y que el doctor Giménez propone es impecable: unir a todos los enanos cretinos muertos, dejarlos en la plaza principal para que se sequen durante un mes (para que, entre otras cosas, tenga tiempo de morir aquel enano cretino que todavía haya quedado con vida), luego agregarles sal y cortarles la pielcita en tiras para comerlos como charqui, o en rodajas como un gran matambre comunitario. Mientras aparecen los créditos del programa, se escucha de fondo la canción del cretino 1289, uno de los enanos redimidos, quien se ha hecho famoso por enfrentar su destino con entusiasmo y alegría, y que antes de ser ejecutado grabó la canción “quiero ser tu matambrito”.

10 comentarios:

The Bug dijo...

Dígame, Mux, estas cosas, ¿usted las sueña?

Anónimo dijo...

Es la primera vez que leo en un texto escrito la palabra "cogotito".

Estoy emocionado

Juan Ignacio dijo...

Me pregunto qué diría cierto Dr. de la U.N.S. sobre esto...

YHVH dijo...

Che, este es un post politico no?
NO!?


SALUTE

gabrielaa. dijo...

me pregunté lo mismo que The Bug...

y “quiero ser tu matambrito”: qué buen nombre para un tema!

Mantis dijo...

No... este blog no está tan bueno. Todo bien con los enanitos, pero faltan zombies con motosierras, dibujos con flechitas, cosas de esas.

Un abrazo.

María dijo...

Me uno a la interrogante de The Bug.

Anónimo dijo...

Soy un enano cretino redimido. Podemos arreglar servidumbre y sexo oral a cambio de conservar mi vida?

Soy yo dijo...

Para ser original, me sumo a la pregunta de The Bug.
Muchos saludos,

Anónimo dijo...

Hola estoy creando un periódico digital y me gustaría que colaborases conmigo.
Agrégame a Messenger y hablamos.
Un saludo. Jose Guillermo. Lonuestro27@hotmail.com