Luego de un extraño y terrible accidente de tránsito, Gabriel, el novio de Cristina, sufrió la amputación de un brazo a la altura del codo. Los cirujanos, en su infinita morbosidad, pusieron el brazo en un enorme frasco con formol para entregárselo a la policía. Dos meses después, tuvieron la cortesía de devolverle el brazo junto con otros efectos personales.
Parece que por la ruta 3 sur un camión venía zigzagueando y Gabriel no lo pudo esquivar. Su Duna blanco se estrelló después de una maniobra estadísticamente imposible y quedó incrustado al lado de la rueda delantera derecha del Scania. El Duna se destruyó por completo. El camión, en cambio, apenas tuvo una abolladura en la rueda delantera y una ligera muesca en la carrocería. Gabriel sólo sufrió la amputación de su brazo izquierdo y nada más (y nada menos). Ni siquiera se lastimó la cara por el parabrisas explotado, ni se rasguñó las piernas aprisionadas entre los despojos del motor y del chasis, ni se clavó los restos astillados del volante en el abdomen. El chofer del camión (sólo identificado como F. F.), en cambio, murió de un incierto paro cardíaco.
Los peritos descubrieron que F. F. ya venía muerto desde hacía varios kilómetros atrás, y que esa era la causa del zigzagueo. Yo no pude evitar imaginarme ese episodio; un monstruo con acoplado arrastrado por la inercia fría de un pie muerto sobre el acelerador, guiado ciegamente por una voluntad que ya no existía y dirigiéndose el único destino posible: estrellarse. Una máquina que, para funcionar, en lugar de cobrar vida, cobra una muerte. Y arrastra a su muerto a través de la llanura nocturna entre lobos, luna menguante y rutas vacías, en cuyas banquinas hacen dedo las víctimas fatales de antiguos accidentes.
Los médicos forenses calculaban que el chofer del camión podía haber muerto seis kilómetros atrás, a lo sumo; porque ese era el tramo en el cual la ruta iba en línea recta, prácticamente sin curvas ni irregularidades. Un maniquí, con el rígido pie sobre el acelerador, podría tranquilamente haber hecho ese camino. El problema era que, según las pericias, el chofer había muerto hacía varias horas. Quizás diez o doce.
La policía al principio manejó una hipótesis que a mí me sonaba tan retorcida como los hierros del Duna bajo el Scania: supongamos que el camión salió de Trelew hace doce horas. No pudo haber sido manejado por un muerto. Lo que queda es: hubo alguien que manejó el camión hasta hace cinco kilómetros (a la altura de la rotonda), luego detuvo el vehículo, puso a un muerto en la cabina (simulando que era el chofer), arrancó nuevamente y luego se tiró del camión en pleno movimiento. Esta hipótesis se vino abajo enseguida; desde Trelew confirmaron que el muerto era precisamente el chofer y no un impostor. Además, si alguien se hubiera tirado desde el vehículo en movimiento, habría quedado una puerta o ventana abierta. Incluso había otro detalle: el camión, hasta un segundo antes del impacto, iba a noventa kilómetros por hora. Hubiera sido suicida arrojarse desde la cabina a esa velocidad.
Finalmente, apareció la más disparatada de todas las hipótesis y sin embargo la que, curiosamente, a la policía le pareció más simple. El chofer no había muerto hacía doce horas; había muerto cinco kilómetros atrás. Los forenses, por la rigidez cadavérica y por el estado de descomposición, determinaban que no podía ser; que la muerte o un estado catatónico debían haberse producido mucho antes. La explicación estaba en un lugar inesperado.
El camión venía de Trelew trayendo en su caja (según decían) una variedad de medicamentos y de productos químicos. Como todo no entraba en la parte de atrás, el chofer llevaba algunos packs en la cabina de adelante. Había un pack cuyo contenido era un gas, que se disuelve rápido y que si se lo respira puede provocar catarro, irritación y mareos. Uno de esos packs estaba roto y tenía tres frascos abiertos. Hasta aquí sólo podemos inferir que el chofer estaba mareado, y nada más. Falta la parte de la rigidez cadavérica.
Esa noche hace frío. El chofer tiene la ventanilla cerrada y parte del monóxido de carbono del motor de su camión entra en la cabina. El monóxido de carbono se combina fácilmente con el gas del frasco roto y forma otro gas sumamente tóxico, que afecta al sistema nervioso. El chofer siente un ligero mareo y una parálisis en sus piernas. Trata de mover sus pies para quitarse el entumecimiento, pero sus piernas no le responden. El pie derecho está rígido, como una palanca, apretando el acelerador; trata de moverlo con sus manos pero ahora los brazos tampoco le responden. Se queda como un muñeco, duro, con sus manos sobre el volante y su pie derecho en el acelerador. Lo único que puede hacer es, cada tanto, dar un ligero volantazo para doblar en las curvas, pero no puede detenerse. Trata de gritar o de abrir la ventana. Es inútil. Diez minutos después la lengua se le seca y comienza a quedarse ciego. La ruta se convierte en una conjetura negra, de vez en cuando sobresaltada por las luces de los autos que vienen en sentido contrario. No escucha sonidos (solo un zumbido perpetuo que se parece al gruñido de un perro) y no siente las casi inmóviles manos. Cada vez es más difícil respirar; lo intenta probando de a sorbos el aire enrarecido. Él no lo sabe, pero hay una espuma amarillenta saliendo de su boca y obstruyendo su nariz. Así estuvo el chofer las diez horas antes de morir, (para él el tiempo había dejado de seguir su curso normal; los minutos y las horas se confundían), haciendo su trabajo con la voluntad tiesa de un muñeco de plástico. Después del choque, el gas salió de la cabina y el único rastro que quedaba era el imperceptible pack, imperceptiblemente roto, del cual se había escapado el gas.
La policía le comunicó a Gabriel esta versión como si fuera definitiva. Sabía, sin embargo, que le estaban ocultando algo, porque después del choque Cristina pudo ver el camión y descubrió que no era un transporte de productos químicos, sino de berenjenas.
miércoles, 15 de noviembre de 2006
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17 comentarios:
Es mundialmente sabido que las berenjenas no se combinan con nada... y mucho menos con monóxido de carbono. Que sirva de lección para todos esos imprudentes que hacen cosas como comer berenjenas y después manejar, o mirar Televisión Registrada y después salir a la ruta.
Un abrazo, Mux.
Trelew, Trelew... mejor no hablar.
Las berenjenas tienen cierta relación con el cáncer según Rumplestilskin II. La parálisis avanza como cáncer. No hay misterio alguno.
Mi teoría: Las horas de muerto y los kilómetros recorridos son ciertos. Lo que faltaba decir es que el camión venía a 0,5 km por hora, por eso tardó diez horas en hacer cinco kilómetros. Claro, el velocímetro marcaba 90 y ésa fue la violencia del impacto. Bueno, en verdad el chico que perdió el brazo, venía al doble de la velocidad que dijo, pero mintió para que el seguro le reconociera el accidente sin su imprudencia. En cuanto al velocímetro del camión, al ser envestido a 180 km por hora, lo hizo retroceder algunos metros a 90 km por hora, por eso el velocímetro del camión marcaba eso, solo que en marcha atrás.
Es raro, pero así pasó.
Saludos.
"rutas vacías en cuyas banquinas hacen dedo las víctimas fatales de antiguos accidentes."
Quiero creer que lo escribiste para mí. Son esas ideas que me hacen más feliz.
Gracias Jorge.
Lucas: interesante hipótesis; buen consejo: nunca viajes con berenjenas a tu lado, o dentro de ti.
Janus: esta historia se continúa con la otra de fantasmas que viene en unos días. Ahí se comprenderá mejor el cáncer y quizás también parte del recorrido entre el monstruo y la berenjena.
Karmelo: su capacidad para hacer hipótesis verosímiles supera todos los límites. Permítame que le entregue a la policía esa conjetura suya, a ver si opinan lo mismo. De todas maneras Gabriel no pudo cobrar un seguro jugoso; mas bien su cobro fue bastante amargo y oscuro: le quisieron pagar con berenjenas. (lo cual, entre otras cosas, delataba que el camión no tenía medicamentos)
Jajajaja, la tergiversación por parte de los medios, o de las fuentes "fidedignas", o simplemente de la historia existió siempre. Buen relato. Bastante desesperante por cierto.
Un beso y gracias por pasar por mi humilde morada.
el relato es inquietante y terriblemente fisico sobre el final, no me animaría a decir materialista, pero sí terriblemente fisico.
"rutas vacías en cuyas banquinas hacen dedo las víctimas fatales de antiguos accidentes."
esto de karmelo es un encanto
realmente
mux: volvi a cambiar por tercera vez pero ahora rotundamente y para siempre (ya no teoria, ya no lo otro tampoco)
si querés pasá y MIRÁ, no leas.
exelente espacio señor Jorge su historia me atrapo desde el primer momento y a mi que se me hace dificil leer textos de mas de 25 lineas por internet sumado a que habia terminado mi jornada laboral...justo cuando comence a leerla.
De algun lado saque esta frase "para poder escribir una palabra 5000 tienen que ser leidas antes" y estoy totalmente de acuerdo y con su blog trato de que mi palabra escrita tenga, ni que sea, un poco mas de peso.
y se agradece!
PD: creo que es un poco egoista pero en definitiva leer es un disfrute egoista
me gustó mucho. lo califico con un 5.5.
saludos
zoimanzanita: toda historia es una tergiversación de otra historia.
Blanco: "rutas vacías en cuyas banquinas hacen dedo las víctimas fatales de antiguos accidentes." es una transcripción de parte de mi texto.
YHVH: me inquieta que YHVH tenga que leer mi texto para que su Palabra tenga más peso. Por fin entiendo que hay un propósito para todo en el universo.
British: me gustó su calificación, la califico con un 2.
jaaaaaaaaa sos un flasherooooo
que fumas antes de escribir jajjaaj jodis jodis no te lo tomes a mal
segui escribiendo asi que tus historias son re copadas y graciosas
muack!
qué le pasa a jacquie x?
mux: usted es grande.
Los Muertos no somos pasajeros muy desables, hechamos gotas de recuerdos en el mate y hemos desaprendido hablar sobre el tiempo.
Hago dedo hacia abajo pero nadie parece dirigirse en esa dirección.
Esto se escribe con dos palos en cruz a la vera de rutas verticales para decir que habito ese párrafo maravilloso, y que aullo a la luna junto a esos lobos menguantes.
***
Máquina: mientras lo leía tuve la impresión que es en ese párrafo donde "cobra vida" el cuento.
Los muertos no comemos vegetales, sólo relatos como éste y algún monstruo vivo de vez en cuando.
JacquieX: ¿qué fumás antes de comentar?
Blanco: gracias. ¿Quién es usted que tan insistentemente pidió que adivinara su identidad? todavía no lo sé.
Aura Fantasmal: ¿Por qué esquivar a los muertos? Dentro de unos pocos años vamos a formar parte de su ejército. Y seremos felices y comeremos berenjenas.
Arnau: gracias.
al post lo califico con un 4 porque no lo supo definir
a arnau, nuevamente lo tildo de babieca y lo califico con un 2.3 por pusilánime.
British: Usted ya me había calificado. Lo que usted hace es juzgar dos veces por un mismo crimen.
el problema no es que el camion tenia berenjenas, el problema es que un chistoso, de esos que nunca faltan, le conto al chofer esa historia del gas venenoso. El tipo se murio y se enveneno respirando aire comun, aire normal, pero lo mato su propio miedo. Como al soldado que se escondió en un camion frigorifico y se murió de frio cuando el equipo de refrigeracion nunca funcionó.
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